sábado, septiembre 29, 2018

No me juzgues por mis intenciones sino por mis resultados. No pretendas adivinar las razones de mis actos pues ni yo mismo las comprendo. Crees saber siempre lo que quiero, lo que busco y lo que sueño, pero no tienes ni idea de las dudas infinitas que atraviesan por mi mente cada noche antes de dormir. No es tan fácil como decir lo que debería hacer y lo que no, todos creemos saber qué es lo correcto, pero no siempre podemos actuar de ese modo. No me condenes por pecados que tú también cometes a diario. Si no conoces mis circunstancias no critiques mis acciones o mis palabras. Si no estás en mi piel no sabes lo que siento, así que no me juzgues por lo que crees que pretendo. O mejor aún, no me juzgues en absoluto, porque no sabes nada de mí ni tampoco lo intentas.

viernes, septiembre 28, 2018

No me gusta la gente que lleva siempre el paraguas consigo por si acaso empieza a llover y se ponen las botas de agua en cuanto ven aparecer una nube. Los que echan una rebequita por si luego refresca. No me gusta la crema solar ni los guantes de goma. No me gustan los que no se salen nunca del sendero marcado y evitan pisar el césped. Los que meten la puntita del pie en el agua para ver si está fría, los que usan almohadillas para sentarse, los que se esperan a que el semáforo esté verde para cruzar aunque no venga ningún coche, los que no dicen lo que piensan por si les pasa factura. Yo soy más de calarme hasta los huesos, de meterme en todos los charcos, de llenarme de barro hasta el cuello, de saltar sin red y tirarme a la piscina sin mirar siquiera si hay agua. De decir lo que pienso aunque no te guste, de meter la pata hasta el fondo por falta de precaución, de partirme la cara por darla siempre y no esconderme. Porque la vida está para mojarse, para mancharse y lastimarse las rodillas, para sangrar y llorar, para reír y soñar. No para tener miedo al qué dirán ni morderte la lengua para no ofender a nadie. Porque hay gente que merece ser ofendida y otros que se ofenden por todo lo que digas. Así que más te valdría que hicieras y dijeras lo que te dé la gana preocupándote menos por si le gusta a los demás y pensando más en lo que te quieres tú.

miércoles, septiembre 26, 2018

El que pierde siempre es el que más aprende. Descubrir en qué se equivocó es lo que le hace más fuerte para no volver a caer. El ganador solo obtiene el dudoso honor de la victoria, pero nada que le ayude a mejorar. El triunfo debilita, te acomoda, te atonta, pues te hace creer que con lo que has hecho será suficiente para volver a conseguirlo. Aun así no desdeño la victoria, la efímera gloria del instante y desconfío de los cientos de triunfos volando que el futuro promete. Ya he aprendido lo suficiente como para saber que es mejor ganar que perder, reír que llorar, ser amado que amar, y no pienso darte ninguna ventaja la próxima vez. Tal vez así aprenderás tú también la lección.

martes, septiembre 25, 2018

Hago cosas que no entiendo pensando que algún día las entenderé. Me dejo llevar por impulsos para poder echar la culpa al corazón. Camino sin rumbo confiando en que mis pasos hagan el camino. No tengo respuestas a tus dudas ni a las mías. No busco la razón para no perderla. Evito la tentación para no lanzarme de cabeza en ella. Porque no tengo ningún plan, no conozco mi destino, ignoro cuál es el sentido de todo esto. Solo estoy improvisando, dando palos de ciego desesperados porque no soy capaz de estarme quieto y no voy a parar hasta llegar a algún lugar seguro en el que vivir duela un poco menos. Tal vez debería de poner un poco de orden en mi vida, pero entonces sería todo tan aburrido...

domingo, septiembre 23, 2018

No quiero olvidarte pero te olvido. No quiero sucumbir al empuje del tiempo y el rencor, porque fuiste alguien importante en mi vida con quien compartí lo mejor y lo peor que tenía. Y sin embargo, de repente me descubro que ya casi nunca pienso en ti, que enredado en la rutina y la prisa cotidiana mi cabeza apenas frecuenta tu recuerdo ni añoro tus miradas y si paso por un lugar donde fuimos felices no siento nada especial. Y lo peor es que cuando lo hago nada se remueve en mi interior, como si no fueras para mí distinta de tantos cientos de personas que cruzaron accidentalmente por mi vida y cuyo nombre ya ni siquiera recuerdo. Y me duele tanto que sea así que hace que me sienta en deuda contigo, culpable de no haber conservado tu memoria con cariño como si te hubiera traicionado, y me avergüenzo profundamente por ello. Me da rabia comprobar que ya no significas nada para mí, yo que juré no olvidarte jamás y lloré amargamente cuando te marchaste. Qué extraño, ahora que he conseguido olvidarte, me doy cuenta de que no era esto lo que quería.

sábado, septiembre 22, 2018

No quiero que me recuerdes por mis peores momentos, por mis decisiones erróneas y mis más bajas acciones. Yo no soy el de los días malos, el que se equivoca a menudo y estalla ante la presión, sino el de los momentos buenos, el de los días luminosos y los ratos de calma. Cuando todo se hunde solemos quedarnos solo con el lado negativo, tal vez para justificar la decisión de romper con todo, y olvidamos con facilidad lo bueno que vivimos. Para los demás, somos tan malos como nuestro último error o como nuestro peor texto, y nuestras múltiples virtudes empequeñecen ante el solitario defecto que nos condenó. Por qué preferimos conservar los recuerdos tristes, por qué la sombra del dolor oscurece los más bellos. Tal vez porque lo necesitamos para pasar página y poder continuar con nuestra vida sin remordimientos. Sé que hay motivos más que suficientes para criticarme, razones que justifican declararme culpable, textos poco afortunados, pero no pongas en la balanza solo los errores, no me juzgues por el último fallo sino también por los aciertos anteriores. Así que si mañana te decepciono, si ya no crees en mí como ahora, si no te gusta lo que hago o lo que escribo, no me recuerdes solo por lo peor, por lo que te hizo alejarte para siempre, sino por aquello que un día te enamoró de mí.

viernes, septiembre 21, 2018

No creas que eres el centro de mi universo y que daría por ti incluso lo que no tengo. Puede que venere tus insólitas dotes, que admire tus rarezas y envidie tu esplendor. Es cierto que muchas veces he sacrificado mis propios intereses en beneficio de los tuyos y me he sometido sin dudar a tus normas aun sin comprenderlas. En ocasiones, tratando de buscar la mejor sintonía, no he tenido tiempo de pensar en mí y me he olvidado de vivir mi propia vida. Pero no te acostumbres a ello, no me pongas entre tu espada y mi pared, porque no voy a anteponer más tus caprichos a mis necesidades, no me humillaré de nuevo por un poco de calor aunque me muera de frío ni cambiaré mis propósitos por los de nadie. Estoy dispuesto a darte el doble de lo que reciba y no pedir explicaciones ni disculpas, pero no me obligues a tomar una decisión irreversible de la que te puedas arrepentir. Porque si me das a elegir, me quedo conmigo.

jueves, septiembre 20, 2018

Se trata de construir, de abrirse camino, hacerse una identidad, buscar un futuro, un destino. Colocar cada día una piedra, dar un paso hacia delante, encontrar un motivo por el que echar a correr, poner un peldaño más, que nos dirijan hacia el lugar donde queremos estar. Erigir un sueño por encima de nuestras miserias y temores y luchar cada día por subir un poco más alto contra todos los que se empeñan en hacernos caer. Porque siempre están los que te intentan derribar, poner la zancadilla, hundir, empujar, aunque no ganen nada a cambio, más bien pierdan la dignidad. Porque la vida no va de herir, de hacer daño, criticar, fastidiar, trolear, sino de intentar hacer realidad tus deseos aunque te digan que no lo lograrás todos esos inútiles que nunca hicieron nada y se mueren de envidia en silencio porque saben que ellos nunca lo conseguirán. Se trata de construir, no de destruir los sueños de los demás.

lunes, septiembre 17, 2018

No quiero salir ileso de ti. No quiero ahorrarme la resaca de tan intensa experiencia ni saltarme la penitencia por pecar contigo. Encontrarte fue un impacto demoledor, un estallido de vida y pasión incomparable, un suceso memorable que siempre evocaré. Después de cada aterrizaje forzoso en tu cuerpo, cada nuevo choque brutal de piel contra piel, me costaba recuperar el aliento y ponerme en marcha. Porque he quemado todo el combustible que me movía y ya no soy el mismo que era antes de conocerte ni lo quiero ser. No negaré el dolor de tu partida ni fingiré que no me importa. No voy a borrarte de mi historial sino a guardarte en mis favoritos. No voy a ocultar los desperfectos sufridos ni las secuelas que me dejaste, pues son las medallas de las que presumo y luciré con orgullo el resto de mi vida, la misma que estuve a punto de perder al colisionar con la tuya. No repararé los daños que sufrí para disimular mis carencias. Estas son mis heridas, las que tú me provocaste y hoy contemplo con devoción.

domingo, septiembre 16, 2018

Durante un tiempo me creí toda esa retórica del dolor y la pena que vienen a decir algo así como que todo lo que sufriéramos nos sería recompensado en esta vida o en la otra. Algún día este dolor te será útil, No hay mal que por bien no venga, Lo que no te mata te hace más fuerte, El dolor nos hace crecer, Para presumir hay que sufrir.... Pero ya no más. Me educaron en esa doctrina católica del sufrimiento como forma de ganarse el paraíso, en el mundo como un valle de lágrimas y en la recompensa futura para los afligidos. Había incluso que sufrir para hacer méritos para alcanzar la vida eterna. Ser feliz estaba mal visto. La alegría era sospechosa. La esperanza culpable. Ahora lo llaman karma o crecimiento personal, pero al fin y al cabo es el mismo collar para otro perro. Bueno pues ya está. Todo eso se acabó para mí. A partir de ahora voy a pasármelo lo mejor que pueda, voy a ser egoísta si hace falta, evitaré el dolor y a las malas personas, a todas esas que no trajeron nada bueno a mi vida, y si todo eso me lleva a la condenación, bendita condena.

sábado, septiembre 15, 2018

Examino mis cicatrices en el espejo, testigos de alguna batalla perdida que ya no recuerdo. Se presentan ante mí hoy como promesas de redención, señales que indican que el olvido aún es posible. No recuerdo el dolor que produjeron sino la calma tras la contienda y reviso despacio mi colección de rasguños y fracasos intentando hallar una respuesta. Compruebo admirado que ya no me importan, pues valoro el camino que señalaron como un paso necesario hacia este lugar, al fin sereno y pleno, en el que hoy me encuentro, pues he aprendido que sin dolor no hay victoria, sin tormenta no hay calma, sin error no hay acierto, sin oscuridad no hay luz ni sin noche mañana. Dolor y placer, caras de una misma moneda, heridas y recuerdos, huellas que marcan mi destino. No hay nada que reprochar.

viernes, septiembre 14, 2018

He pasado demasiado deprisa por todo dejando muchas cosas atrás. Sé que no las voy a recuperar, no lo pretendo, pero no quiero seguir aumentando cada día vertiginosamente la cantidad de experiencias perdidas que nunca vuelven y nos dejan huérfanos de ciertas emociones necesarias. Por eso he decidido hacer lo correcto a partir de ahora, esforzarme por lograr algo satisfactorio y escapar de esta apatía desoladora, huir de la depresión y la autocrítica, dar pasos firmes sin detenerme, caminando hacia algún lugar concreto y no sólo alrededor del pasado, esforzarme por sentirme bien y concederme una nueva oportunidad para ser feliz. Pero seguramente todo esto no serán más que palabras vacías infladas sin motivo que siempre acaban defraudándonos y al final no hallaré el modo de cambiar nada.

jueves, septiembre 13, 2018

Nos esforzábamos en descubrir otras formas, otras sensaciones, otros caminos inexistentes, pero todo lo nuevo nos parecía una repetición de algo ya pasado. Refugiándonos en los portales, en los callejones, rincones en los que nos sentíamos huir, hablando en susurros, como si alguien pudiera delatarnos, lo hicimos todo del modo más difícil y extraño, procurando no ser como los demás, no ser como nosotros mismos éramos y nos resistíamos a ser sin éxito, y ahora recorro las calles sin nombre del atardecer intentando dejar en cada esquina un pedazo de ti, despistar al recuerdo por la ciudad, colgar la memoria en cada piedra, perderte poco a poco sin sentirlo y regresar a casa desahuciado pero sin pena, pensando que puede que los días traigan más desesperanza y que todo siga siendo tan igual que ni siquiera nos demos cuenta o no nos importe, pero todo en la ciudad me recuerda a ti, los sonidos rutinarios, las luces estridentes, los reclamos publicitarios, los escaparates, la gente... Qué distinto de entonces, cuando procuraba dosificarte al máximo, tomarte en pequeñas dosis, temeroso de agotar nuestro tiempo irremediablemente, de consumir todos tus abrazos y caricias, de secar tus besos, y cada vez que me sentía exceder el límite de lo recomendable me alejaba de ti, tratando de evitar gastarte demasiado pronto y tristemente, guardando un poco de ti para el futuro e intentando crear recuerdos en los que poder conservarte, pero era demasiado impaciente y a menudo te derrochaba sin control sintiéndome estúpido por ello.

miércoles, septiembre 12, 2018

Persigo sombras constantemente, busco tras las esquinas, en los portales, en los rincones más solitarios, en calles abandonadas, a quien proyecta esa imagen que creo adivinar. A veces me escondo, callo, me hago el despistado, intento aparentar indiferencia como un medio de acercarme al objetivo, o después salgo desordenadamente a la calle a su caza como un animal herido y sediento que acecha a la presa desprevenida, recorro la ciudad a toda prisa, impaciente, examino los rostros de la gente, investigo dónde hallar aquello que sólo presiento pero no logro vislumbrar, aquello que quizás no existe más que en mí, interrogo a los testigos, que todo lo niegan, descifro las pistas, analizo las huellas, todo me lleva en un única dirección, inevitable y peligrosa, y entonces, cuando al fin creo hallarte, de nuevo te desvaneces, desapareces y me dejas desolado creyendo que no existes, que sólo eres un espejismo, un producto de mi imaginación, una sombra de la nada que me obliga a perseguirla sin descanso, desesperadamente.

martes, septiembre 11, 2018

Despisto al dolor ocupado en cosas sin importancia, viendo los concursos de la tele o siguiendo los resultados deportivos que consiguen despertar mi ánimo adormecido y hacer que me ilusione por ellas. Sé que es despreciable esta forma de sentir, este vulgar alegrarme por pequeñas tonterías que ni siquiera me afectan directamente, pero no me queda otra alternativa ahora que todo es desencanto. Ahora que no hay consuelo ni en el recuerdo, me aferro a cosas banales. Habiendo perdido en todo puedo al menos ganar en lo indiferente, en lo que no tiene sentido, en lo intrascendente, y conformarme con esta idea absurda de que, aunque sea por una vez, he vencido. Sin embargo, son también esas pequeñas cosas sin importancia las que ahondan mi dolor y me hacen perder el equilibrio, las pequeñas derrotas, los fracasos cotidianos, los gestos de rechazo de los desconocidos, las decepciones en apariencia intrascendentes, un partido perdido, una respuesta equivocada, una mancha en la ropa, un plato que al caer se rompe, un minuto de retraso, el vecino que nos mira despectivamente, se suman, se multiplican, se elevan unas sobre otras hasta convertir el día en la mayor de las frustraciones, y el dolor llega de nuevo, no hay donde esconderse, me persigue, se aferra a mí como su hogar y no logro arrancarlo de mis huesos, hasta que soy incapaz de diferenciarlo de mí e inunda cada rincón de mi mente y ya no sé cómo seguir adelante ni para qué.

lunes, septiembre 10, 2018

No sólo te echo de menos a ti, sino también a aquel que yo era cuando estaba contigo. Ahora no me reconozco, como si al perderte hubiera dejado de ser yo para convertirme en un desconocido. Nada queda de aquellos que fuimos, ni siquiera la memoria, empeñada en visitar lo inútil, lo que ya no es sino ceniza de una victoria demasiado lejana y efímera. Y ahora, aquí me ves, explorando recuerdos al azar como quien se adentra de noche en un bosque perdido donde sabe que le aguardan cosas dolorosas, pero algo en su interior le obliga a penetrar en él. Necesito zambullirme urgentemente en el olvido, limpiar mi cuerpo de recuerdos nocivos que se adhieren a la piel como una costra inseparable y no te deja transpirar, deseos anquilosados en mi cuerpo que se empeñan en lo imposible. Pero a veces subo a los más elevados acantilados y, al asomarme al precipicio, compruebo que el mar del olvido se ha secado.

domingo, septiembre 09, 2018

He abandonado todas mis pretensiones. No haré más planes de futuro, no permitiré a mi imaginación inventar proyectos o proponerse objetivos demasiado lejanos, y desterraré para siempre todo deseo de lograr algo mejor, porque sé que sencillamente no existe. Conviene hacer nuestros sueños pequeños para evitar un dolor excesivo ante lo inalcanzable. No construir más castillos en el aire. Que nuestros deseos sean cercanos y asequibles, desdeñando lo imposible, que nos sintamos estúpidamente felices al lograr esas banalidades, las pequeñas victorias cotidianas, y no seamos desdichados por no alcanzar lo prohibido, dejando que todo sea sólo lo que puede ser, esclavos de una triste realidad inquebrantable de la que no podemos escapar.

sábado, septiembre 08, 2018

No te creas todo lo que dicen. Me he dado cuenta de que no eran ciertas muchas de las cosas que creía, como que a veces es mejor nunca que tarde, que algunas segundas partes son mejores que las primeras, que a veces es mejor nada que poco, que existen muchos libros sobre gustos y que con querer casi nunca basta. He descubierto que la venganza sabe mejor en caliente, que hay esfuerzos que no valen la pena, que hay tontos que entrenan y que a veces el mal compensa. Que adonde fueres debes hacer lo que te dé la gana, que a veces Dios aprieta y también ahoga, que hay listos con suerte y ranas con pelos, que el diablo sabe más porque ha estudiado, que quien calla disiente, que hay quien gana sin arriesgar nada, quien no sabe correr ni volar, que el tiempo no cura nada, sino el olvido, o más bien la mala memoria, que en el amor y en la guerra no vale cualquier cosa, que la lluvia de Sevilla es como la de cualquier otro sitio, que hay gatos curiosos que aún siguen vivos, que los cocodrilos no lloran, que hay reglas que la excepción anula, que las montañas no van a misa, que lo bueno, si breve, te sabe a poco y que a veces las apariencias aciertan al cien por cien. Porque nada es como nos habían enseñado y tú aún te empeñas en seguir creyendo todos esos cuentos que te ofrecen cada día como si fueras una niña pequeña.

viernes, septiembre 07, 2018

No, gracias, pero ya no te necesito. He aprendido a rechazar lo superfluo y me he erigido triunfante sobre las sombras del delirio. Hubo un tiempo, cruel y violento, en el que me habría aferrado a cualquier clavo a mi alcance. Habría entregado todo lo que poseo y lo que no por un poco de calor aunque fuese insincero. Incluso, lo confieso, habría perdido mi dignidad por buscar algún consuelo fugaz. Pero todo eso ya pasó, se esfumó un día para siempre sin retorno. Ya no soy ese pobre infeliz que se arrastraba por las esquinas mendigando abrazos a cualquier desconocido. Ahora el viento sopla a favor y me eleva hacia cumbres despejadas. Me regocijo en la plena consecución de mis metas, cuando apareces de nuevo a ofrecerme tu mano como una manzana podrida de algún jardín envenenado al que perteneces. No preciso de tus falsos halagos, no busco abrigo en tus brazos traidores ni me tienta el encanto de tu cuerpo impostor. Ahora es demasiado tarde para ser nada. He dejado atrás el dolor y la ira, he borrado de mi memoria los recuerdos nocivos que me envenenaban. Todo eso son cosas del pasado, una etapa de mi vida en la que por cierto tú no apareces. No hubo rastro de ti en los días grises en que vivir fue amargo. Te llamé mil veces y nunca respondiste. Dónde estabas entonces...

jueves, septiembre 06, 2018

Algún día este dolor desaparecerá y todo esto cobrará algún sentido. Trato de creer que lo mejor está por llegar, como siempre dicen, pero desde este lugar sombrío donde me encuentro es un ejercicio de fe muy arriesgado, cuando he idealizado el pasado como un paraíso perdido que busco sin descanso cada día. También esto pasará. La nostalgia se convertirá en un bonito recuerdo, el llanto en sonrisa, las llamas en brasas, la pena en indiferencia y entonces ya nada importará y no seré más quien ahora soy, este loco insensato que muestra las cartas antes siquiera de empezar la partida y que mendiga por las esquinas un poco de calor. Me convertiré en alguien mucho más responsable y sereno, por supuesto menos intenso, lo cual siempre se agradece, una versión mejorada de mí mismo sin las carencias ni los excesos que tanto me dañan, alguien capaz de mirar las cosas con la distancia y la frialdad necesaria y mantener la calma durante la tormenta para no ahogarme. Aunque no sé si es eso lo que quiero.

miércoles, septiembre 05, 2018

Pensaba hace algún tiempo que se habían quedado muchas cosas por decir entre nosotros, cosas que quise explicarte de mí y no supe, silencios que nos alejaron. Hoy sé que incluso sobraron demasiadas, que fueron innecesarias y perjudiciales, que cualquier palabra está siempre de más. Ahora que el tiempo abunda sin saber de dónde ha salido, he reflexionado mucho sobre lo sucedido, tratando de hallar algún culpable a quien cargar con mi mala conciencia. He analizado cada situación, cada palabra, cada gesto, y he ido sucesivamente achacando la responsabilidad a distintas circunstancias, personas o cosas. Después de tantas ideas forzadas que no me alivian, ya no me importa reconocerme como único culpable, y extrañamente eso me hace sentir mejor.

martes, septiembre 04, 2018

No quiero hacer de mi vida una carrera. Hoy me he parado a repostar y me he dado cuenta de que siempre ando luchando contra el tiempo para alcanzar las metas que me propongo y que antes incluso de conseguir una ya estoy pensando en la siguiente, por lo que nunca disfruto de lo obtenido. Voy de objetivo en objetivo dando todo mi esfuerzo como si creyera que tengo siempre que estar luchando por algo nuevo que ni siquiera sé valorar del modo adecuado. Si veo que pierdo el tiempo, enseguida se apoderan de mí los nervios y me obligan a ponerme en acción, y si algo me lo impide la rabia me corroe por dentro y me siento un inútil sin sentido que está perdiendo todos los trenes que pasan por mi vida. Ya sé que no debería ser así, no es algo que haga conscientemente, sino un pensamiento recurrente que me impide acomodarme en ningún lugar seguro largo tiempo y me empuja a una continua búsqueda de cosas que ni siquiera deseo. No tengo nada que demostrar, no hay nada que deba hacer si no quiero, porque no hay más meta que disfrutar del camino, con sus aciertos y tropiezos, y es algo que áun debo aprender a hacer.

domingo, septiembre 02, 2018

Mi venganza será el triunfo. Conseguir todo lo que soñé y tú nunca creíste que lograría. Erigirme por encima de tu cabeza hasta dejar en sombra tus ridículos méritos de los que tanto presumes. Sobrevolar el miedo que siempre tuvimos a intentar cualquier reto. Despertar tu envidia hasta el grado máximo para que al fin me valores. Obtener de cualquier desconocido el cariño que tú me negaste. Ascender a las más altas cumbres y mirar hacia abajo satisfecho. Grabar mi nombre a fuego en tu mente para que no puedas ignorarlo. Conseguir que me admires y no necesitarlo. No creas que me voy a hundir y arrastrarme por el suelo como una vulgar serpiente, porque soy un águila. Mira cómo vuelo. Desde aquí arriba, pareces taaan pequeña...

sábado, septiembre 01, 2018

La obligación de todo ser humano es persistir en lo imposible hasta hacerlo real. Si no hubiera habido quien lo hiciera, aún viviríamos en las cavernas. Hay quienes se acomodan a la ruitna vulgar de lo existente, se conforman con las migajas del pastel pudiendo comerse todo el plato, quien renuncia a metas mayores por miedo a perder sus exiguos privilegios, quien se aferra con uñas y dientes a sus ridículas posesiones que nadie desea arrebatarle, despreciando lo que cree que no está a su alcance, quien se planta tras la primera jugada y no busca alcanzar el premio gordo. Yo, sin embargo, prefiero arriesgar el cuello, apostar hasta el último centavo, invertir lo poco que tengo para conseguir lo mucho que sueño, entregar todo el esfuerzo, aunque me digan que no es posible lograrlo, que la felicidad no es para mí, que me resigne a vivir con lo que tengo. Pero para eso tendría que estar muerto.