No tiene sentido lavar los platos con la esponja del baño, no corto el pan con las tijeras ni echo champú a la lavadora. Cada cosa tiene tiene su función y es bueno para determinada tarea, utilizarlo para otro fin te dará un resultado no deseado. Lo mismo pasa con las personas. Hay quien es bueno dando consejos pero no puedes pedirle que te acompañe en los momentos malos, quien es el mejor para salir de fiesta pero no se acordará de tu cumpleaños, quien te proporciona la mejor conversación pero nunca está cuando se le necesita, quien te hará reír a carcajadas pero rehuye los temas serios. Y eso no los hace peores ni deberías sentirte decepcionado cuando no hagan lo que tú quieras. Es absurdo empeñarse en pedirle a la gente cosas que no saben hacer, para las que no están preparadas y no pueden ofrecerte. Aunque te esfuerces en enseñarles, nunca lo aprenderán, solo harán un mal apaño que te dejará aún más insatisfecho. No es su culpa, no fueron dotados de esas virtudes. Coge lo bueno, disfruta sus mejores cualidades e ignora todo lo demás. He tardado mucho tiempo en asumir que no son responsables de sus carencias, pues pensaba que pueden cambiar y si no lo hacen es porque no quieren. Pero no es así. Aceptarlo te ahorrará muchos disgustos. Eso sí, hay personas que sirven para todo, pero no es nada habitual, por lo que si encuentras una, te aconsejo que no la dejes escapar.
