miércoles, junio 26, 2019

Aquí me tienes una vez más buscando argumentos forzados que ni yo mismo me creo para no hacer lo que realmente quiero por miedo a que no salga bien como en tantas otras ocasiones. Aprendí bien la lección a sangre y fuego y ahora pretendo borrarla de mi mente como un alumno desmemoriado tras un plácido verano, pensando ingenuamente que las cosas no tienen por qué suceder siempre del mismo modo, que nada se repite igual y que incluso las matemáticas fallan, aún más cuando los sentimientos no son una ciencia ni siquiera aproximada. Porque siempre hay un margen de error, una desviación típica que nos permite creer en lo imprevisible, una rendija por la que puede colarse la esperanza hasta en las puertas más cerradas. Por eso, aunque blindé mi corazón hace tiempo y me juré que no volvería a dejarme engañar por promesas vagas y amables palabras, contigo haré una excepción y que sea lo que tú quieras, fingiré que no recuerdo el pasado y si caigo de nuevo sé que volveré a lenvantarme con más fuerza y que al menos el vuelo habrá valido la pena.

1 comentario:

Susana dijo...

Intentarlo siempre vale la pena. Un beso