domingo, agosto 25, 2019

De vez en cuando conviene abrir las ventanas, tirarlo todo y dejar que entre el aire fresco. Cuando el tiempo parece detenerse, el corazón se congela y nos asfixia el silencio, es necesario romper los cierres y derribar los muros que nos aprisionan para lanzar al vacío los restos de un pasado marchito y arrojar nuestra vida caduca por la borda para buscar un nuevo comienzo. Los objetos inservibles, los recuerdos inútiles, las personas indeseables... todo aquello a lo que alguna vez atribuimos algún valor pero ya no tiene ningún sentido y nos provoca solo efectos nocivos. Debería ser obligatorio hacerlo cada cierto tiempo, como un ritual de renovación periódico que elimine todos los males enquistados en nuestro cuerpo y mente y mirar confiados desde las alturas cómo caen todos esos restos del naufragio como una lluvia purificadora hasta desvanecerse lejos, muy lejos de nuestra nueva vida.

4 comentarios:

  1. Así es. Y eso precisamente es lo que estoy haciendo.
    Profunda y buena reflexión.
    Saludos.

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  2. Yo no soy capaz de hacerlo. Un beso

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  3. un placer leer lo que sientes
    lo que trasmites
    gracias

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  4. Este punto juzgo que es crucial para una vida más sana. El problema es que me cuesta desacerme de cosas y recuerdos. Saludos.

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