Ya no vamos a hablar más del asunto, para qué una y mil vueltas a las mismas palabras gastadas por el silencio, no seré más cómplice de tus mentiras ni rogaré por un instante de sensatez, ya no mires más de reojo al pasado buscando un aliado, no permitas que dude más de tus certezas ni aprenda a creer en ellas, ya no digas otra y una vez que no entiendo nada de lo que hay que entender pues no hay nada que entender que no entienda, ya no más porqués o yoquesés o loquetúquierasquesea, ya no estoy para bromas gregarias, vamos sólo a estar aquí uno al lado del otro pasándonos el pan y la sal como dos amantes despistados que no entienden de futuros imperfectos o pasados pluscuamperfectos, vamos a conjugar sólo el presente y a olvidar cualquier otro tiempo verbal, porque ahora ya no vale decir quizás.
Me cachis en la mar salada, Bernardo. Mira lo que acabo de escribir (para publicarlo mañana):
ResponderEliminarLo entiendo.
Encajo las razones a presión en circunvoluciones cerebrales.
Comprendo.
Veo lágrimas en tus ojos y recojo tu mano en la mía.
Asumo.
Consecuencias en mí, estragos en tí.
Y entender, comprender y asumir no sirven cuando no hay palabras para describir cómo tu perversión se entrelaza con mi permisividad convirtiéndose en la tuya.
Cada vez menos sensación,
a cada momento ´menos sentimiento;
el sentir tan profuendo
que traspasa los huesos de mis pies.