Es fácil olvidar. Estamos acostumbrados a hacerlo cada día. Creemos que no podremos superar nunca este momento fatídico en el que nos hundimos sin solución y en poco tiempo nos sorprendemos siendo incapaces de recordar nombres, rostros, lugares que tanto significaron para nosotros. Por mal que lo hayamos pasado, siempre triunfa el olvido. Las heridas cicatrizan, incluso las más hondas, aprendemos a caminar de nuevo, inventamos una forma diferente de estar en el mundo, descubriendo cosas en las que no habíamos reparado y que estaban ahí desde siempre y acabamos enterrando para siempre aquello que tanto necesitamos en el pasado. Es así de sencillo, y también de triste. Nada perdura en la memoria. Ya no digo nunca “siempre recordaré esto”, porque sé que es mentira. No confío en mi memoria, pues todos somos amnésicos, y mañana, cuando recordemos estos días de amarga tristeza o los instantes de gloria vividos, nada se removerá en nuestro interior, pues habrá dejado de tener ningún valor. Sí, es facil olvidar, pero no es justo.
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