miércoles, marzo 28, 2018

Me resulta increíble comprobar cómo, a pesar de todos mis fracasos, el resultado ha sido bastante satisfactorio. Debe ser que estaba equivocado, que ninguno de esos propósitos que acabaron derrumbándose eran de verdad lo que debía hacer y que mis deseos estaban casi siempre equivocados. Acostumbro a tomar malas decisiones, pero por fortuna todo acaba solucionándose y encajando como un puzzle en apariencia imposible o te acostumbras hasta encontrarle el gusto a lo que haces y valorar lo que tienes. Sí, es cierto, dulces son los frutos de la adversidad, por eso no tengo miedo a nuevos fracasos, porque sé que el resultado no será tan malo como creía, sino una ocasión para reajustar los cálculos y reformular mis deseos de un modo más realista que me conduzca hacia un lugar sereno, alejado de la frustración por no conseguir sueños errados.

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