No descuides tus afectos, porque algún día los necesitarás. Pero tampoco vayas a lo loco en busca de cualquier compañía. Rodéate de quienes acepten tus fallos, quienes perdonen tus faltas y valoren tus aciertos. Son ellos quienes estarán a tu lado cuando todo se hunda. Puede que, empujado por las prisas y la urgencia diaria, te olvides de lo que de verdad importa. Cultiva cada día el terreno fértil, abónalo, riégalo, elimina las malas hierbas y abandona para siempre aquel donde nada crece. Lo importante no es el número, sino escoger bien. Una vez que lo tengas claro, dedícales tu tiempo, entrégales más de lo que recibes. Solo así obtendrás la recompensa y hallarás una mano firme cuando más lo necesites. Porque aunque no lo creas, llegará un momento en que te hagan falta.
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