este no tener por qué sin importarte, esta lenta melodía sosegada que arranca una sonrisa escondida dejándote caer en manos de la desidia, diluirse en horas suaves, abandonar el cuerpo como un lastre que no necesitamos, estar aquí juntos sin ningún motivo, este no querer, no saber, no pensarse, tan sólo algo pequeño y ligero que no duela, para que todo pase como debe, como siempre ha sido, y estar al fin de acuerdo, aquí, donde todo ocurre, y ahí afuera puede ser enero o martes, pero ese no es más nuestro problema ni nos importa, tan sólo esta renuncia extremada, esta costumbre solitaria, la memoria dormida, la piel colmada, en una tarde plena de otoño sin promesas de más nada, sin nostalgias
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