Llega un momento en que no te conformas con escuchar en silencio lo que otros dicen, sino que quieres fomar parte de la conversación. Después de mucho tiempo soportando pacientemente a predicadores, salvadores de la patria, visionarios y expertos en todo, te atreves a levantar la voz para defender tu propia visión de las cosas, pues te das cuenta de que nadie sabe nada y que todos aquellos discursos y lecciones que recibías no son más ciertas que tus propias conjeturas. Porque no puedes quedarte toda la vida callado esperando que actúen los demás, tomando decisiones que afectan a tu vida sin ni siquiera escucharte. Así que levántate de tu sillón en el que tan cómodamente te has instalado y alza la voz para que todos escuchen lo que tienes que decir, porque nadie va a venir a tu casa a pedirte tu opinión, pues a nadie le importa lo más mínimo.
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