Asisto perplejo al extraño comportamiento de la memoria, de la que surgen al azar recuerdos intrascendentes, a veces despertados por algún hecho trivial, imágenes cotidianas similares a tantas otras vulgares y que la memoria prefiere por encima de las demás, mientras yo trato sin fortuna de averiguar sus motivos. Apenas logro recordar más que escenas borrosas, lo que mejor recuerdo de ti son frases aisladas pronunciadas en voz baja, como para ti misma o como si se escaparan de tu boca sin querer, susurros, palabras que he añadido tal vez, miradas esquivas, gestos escondidos... Se me escapan los recuerdos y no consigo encadenar unos a otros, se superponen las imágenes y dejan vacíos que trato de completar para no sentir que me falta algo importante, creando nuevos recuerdos hermosos para sustituir zonas oscuras de la memoria, por lo que a veces pienso que no te recuerdo como fuiste sino como yo quise que fueras. O también hay momentos en que de repente regresa a mí con una fuerza arrolladora algo que permanecía en el olvido y surge sin motivo para llenar uno de esos huecos dándole un nuevo sentido al resto de recuerdos. Caprichoso e imprevisible, el olvido es un arma eficaz contra el dolor, un analgésico que elimina silenciosamente lo que nos hace daño, negando los hechos que nos desagradan y destacando los más bellos.
1 comentario:
Como una mancha de tinta sobre fotos viejas
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