He hecho varios intentos de escapada a lo largo de mi vida, me he pasado muchas noches en vela diseñando un plan perfecto en el que nada pudiera fallar y he soñado con el mundo ideal que me esperaba ahí afuera. Estaba plenamente convencido de que funcionaría, y que no habría nada que pudiera alejarme de mi objetivo. Nada podía fallar. Todo estaba perfectamente diseñado. Mi decisión era firme e inalterable. No me rendiría hasta haberlo logrado y si fracasaba volveria a intentarlo hasta conseguirlo. He pensado en todo lo que haré cuando sea libre y he dormido cada noche con la esperanza de un futuro mejor. Pero ahora, justo antes de iniciar la huida definitiva, cuando todo está preparado y la libertad al alcance de mi mano, dudo si de verdad es eso lo que quiero.
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