Todo pierde su sentido cuando intentas explicarlo. No hace falta justificar por qué hacemos lo que hacemos, no tenemos que rendir cuentas a nadie, eso solo sirve para complicar más las cosas. No todo debe tener una explicación racional. No es necesario ser sensato todo el tiempo. A veces es mejor no hacerse preguntas, no intentar aclarar los hechos. No busco un propósito a todo lo que hago, ni mucho menos a lo que hacen los demás. No medito hasta el final las consecuencias de mis palabras y renuncio a encontrar un sentido para cada cosa, no tengo razones que avalen mis actos ni respuestas para todas las preguntas, no trato de engañarme con ficciones embaucadoras, no me acojo a ninguna fe que otorgue el consuelo y elimine las dudas aun a costa de negar mis impulsos. Si todo lo que haces responde a algún motivo, es que algo estás haciendo mal.
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