Estoy todo el día intranquilo, como si presintiera que algo va a ocurrir, aunque nada así lo indique, pero a pesar de eso me encuentro nervioso, expectante, incapaz de aceptar este vacío para siempre. Todo tiene una pesada capa de inutilidad, una permanente sensación de que daría igual hacer algo o no, por lo que me limito a esperar que suceda, que alguien actúe por mí, y me invade la angustia al comprobar que nada cambia. Entonces siento un deseo urgente de hacer cosas frenéticamente y pienso en llevar a cabo por fin todo aquello que algún día dejamos pendiente para un futuro sin determinar, cuando tuviésemos tiempo para ello, todo eso que siempre quisimos hacer y fuimos aplazando indefinidamente porque no nos atrevíamos a intentarlo. Pero tampoco lo hago y me doy cuenta de que ya nunca lo haré, pues todo lo que dejamos para más adelante y siempre decimos que algún día haremos es en realidad aquello que tratamos de evitar y sólo lo cumpliremos por obligación, retardando su llegada porque en realidad no lo deseamos, son sólo ideas tranquilizadoras que nos hacen sentir mejor pensando que tenemos proyectos diferentes que cumpliremos en el futuro, pues lo que importa no es hacerlo sino pensar que lo haremos, en lugar de reconocer que siempre continuaremos igual, atrapados en la inercia de esta vida tediosa y monótona de la que nunca podremos escapar. Ponemos nuestros ojos en un futuro imaginado para tener algo que esperar, para darle un sentido a nuestra amarga realidad diaria, pero sabemos que nunca llegará nada mejor, ni siquiera peor. El problema es cuando lo que esperas es el pasado. Finalmente decido aplazarlo para otro momento y de nuevo caigo en el desencanto y en la parálisis total, porque comprendo que no sé cómo hacer todas esas tareas pendientes que tanto deseo y que puede que sigan siéndolo hasta el final. Me siento culpable, como si el mero hecho de haber sido arrojado al mundo conllevara unas obligaciones que estuviera descuidando, pero lo cierto es que no existen esas obligaciones y que no tendría que sentirme en deuda con nadie por estar vivo. Tengo todo el derecho del mundo a tirar mi vida y no sentirme mal por ello.
1 comentario:
Puede que luego te arrepientas
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