Qué pereza da empezar de nuevo sabiendo que las posibilidades de éxito son siempre escasas. Víctimas de la experiencia, sabemos que no sirve de nada negar la estadística, pues hemos apostado muchas veces antes y nunca ganamos. Cada vez es más difícil romper la inercia, buscar una nueva ilusión por la que merezca la pena levantarse de la cama, sintiendo sobre los hombros el inmenso peso de lo perdido aplastándonos las ganas. Pero aun así no debemos rendirnos, sino intentar vencer al recuerdo y aplastar el miedo con la misma piedra que siempre tropezamos, persistiendo en batallas suicidas mientras nos aferramos a lo improbable para no dar razones a los cobardes.
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