miércoles, septiembre 18, 2002

Han pasado unos días y tampoco he descubierto gran cosa.
Todo lo que creía averiguar sobre mí resultaba estar equivocado.
Y esa es la primera lección que he aprendido. Que no hay que fiarse de las apariencias. Cuando crees que ya tienes algo resulta que es cuando más lejos estás de conseguirlo. Por eso ya no me dejo impresionar por lo que veo. No me fío ya de nada.
Resulta que busqué más fotos en mi casa y encontré una en la que estaba con una chica. Se nos veía muy acaramelados. Pensé que sería mi novia.
Ponía un nombre detrás. Así que lo anoté.
Luego encontré el móvil encima de la mesa. Por suerte estaba encendido, si no cómo iba a recordar el código pin?
Busqué rápidamente en el directorio su nombre. Y la llamé.
Una voz familiar se oyó.
"Soy Bernardo", dije, "no me acuerdo de nada. Pero creo que te quiero"
Al momento se oyó colgar. No sé qué hice mal.
Supongo que no tenía que haber creído nada.
Cómo puedo estar seguro de querer a nadie, si ni siquiera estoy seguro de quién soy.
Más bien no tengo ni idea.

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