domingo, noviembre 21, 2010

Ocurre a veces de repente, nos damos cuenta de cosas que han estado sucediendo todo el tiempo y nos preguntamos cómo hemos podido sobrevivir sin saberlo cuando ya nada parece tener sentido sin esa revelación y nuestra vida anterior se nos antoja vulgar y sin motivo, un escenario ficticio de visiones utópicas, iluminados por un foco prendido en nuestra mente apartándonos de la oscura sucesión de días en que nos arrastramos, caminando entre rostros anodinos que no cesan de juzgarnos condenando la diferencia, y un instante después nos sentimos alejarnos de esa absurda marea de cuerpos vencidos transportados a un lugar distante de aquellas nuestras antiguas preocupaciones, impulsados por una nueva inquietud convertida en obsesión de la que no lograremos escapar impunes, hasta llegar a maldecir el momento fatídico en que el mundo, sin saber cómo, empezó a ser diferente, tal vez por unas palabras escuchadas entre murmullos que sentimos arrojadas como un golpe directo a nuestra entrañas que nos descubren lo real despertándonos al desencanto y quisiéramos olvidar sin remedio haciendo de lo que hemos sido hasta entonces una inmensa y bella mentira que seguiremos añorando.

viernes, noviembre 12, 2010

Habíamos conseguido escapar durante unos minutos de nuestras vulgares ocupaciones cotidianas para encontrarnos en un parque cualquiera de cualquier ciudad olvidada, compartir unos sándwiches como excusa aunque no tuviéramos apetito serenadas al fin las urgencias, convencidos de que es mejor recordar las cosas como fueron y no esforzarse en disfrazar el dolor o la culpa para creernos más o mejores ni siquiera distintos, hablamos de las clases y del tiempo y de todo lo demás intentando cubrir cada hueco en la conversación para no dejar un resquicio por el que infiltrarse a la duda, manteniendo el equilibrio sobre el tentador abismo fingiendo no saber lo que sabíamos para ocultar que no éramos capaces de olvidar, mientras pensábamos que aquello no había sido buena idea. Estuve a punto de pedir perdón, no sé muy bien por qué, tal vez sólo por cortesía o por miedo evitando cualquier intento de despedida, como si no, como si nada… Era tarde y había que marcharse a cualquier sitio, aunque no hubiera prisa la simulamos, pensé que recordaría siempre sus últimas palabras pero ahora sólo consigo recordar ese silencio incomparable grabado en mí como una perpetua condena sin tregua a la que me aferro como única esperanza.

sábado, noviembre 06, 2010

Descubrir que habíamos sido libres sin saberlo, que no existían las cadenas que imaginamos. Ante nosotros todo un mundo de posibilidades gratuitas, no habría más que cogerlas sin pedir permiso, así de sencillo, nadie nos prohíbe, nada nos limita, todas las complicaciones proceden de nosotros mismos, de nuestra propia conciencia, nuestras cobardes dudas, del miedo, único carcelero que nos mantiene encerrados. Pensar en el dolor pasado impide avanzar, nos regodeamos en él deleitándonos en esa confortable sensación de tristeza a la que uno se acomoda con facilidad, pero no hay motivo para ello, no tiene ninguna importancia, no somos mejores ni más desgraciados, no existe hoja de reclamaciones ni motivos de queja, no hay una culpa que expiar, sólo podemos olvidar y seguir adelante, vivir como si nada hubiera ocurrido, por primera vez, sin miedo.