lunes, abril 28, 2003

No sé por qué me empeño en volver a hacer lo que no debo, en repetir los mismos errores que me condenan a la pena y el lamento.
Buscamos una y otra vez aquello que nos hace daño.
Parece absurdo, nadie lo aprueba si lo piensa tranquilamente, pero todos lo hacemos,
como quien acerca el dedo a la llama sin ningún motivo hasta quemarse nos aproximamos al dolor peligrosamente sin saber qué buscamos con ello, quizás la ilusión de vencerlo, de domarlo momentáneamente o tal vez para siempre y que deje de provocarnos tanto daño. O quizás simplemente con la intención de sentirnos vivos, de que algo remueva nuestros sentimientos y nos rescate de la apatía
Volvemos a personas que nos hicieron sufrir en el pasado, a lugares en los que no fuimos felices, hacemos las mismas cosas cada día que tanto nos desagradan, nos empeñamos en buscar lo prohibido sin pararnos a pensar el sentido de todo eso.
A veces parece que lo logramos, creemos dominar ese dolor, al menos en parte, las heridas que nos causa son cada vez menos profundas y aquello que tanto nos molestaba deja de hacerlo, pero hasta entonces todo son lastimosos intentos reiterados en los que nos quemamos el dedo repetidamente y te quejas de tu estupidez, de tu injustificable empeño en tropezar demasiadas veces en la misma piedra, esa que volvemos a colocar en el mismo sitio para cuando volvamos a pasar.
Hasta que un día reconocemos que no podremos conseguirlo, que nunca lo venceremos, y después de muchos fracasos huimos derrotados para siempre de esa persona, ese lugar, ese deseo que amamos por encima del dolor que nos causó.

domingo, abril 27, 2003

Sigue pasando el tiempo y parece que no hay manera de salir de aquí.
Lo llevo con resignación, aunque a veces exploto en ataques de ira o de depresión que me duran unos días para volver después a dejarme arrastrar por la absurda marea de lo cotidiano hasta que un día no sea capaz de retornar a este estado de sumisión y conformismo en que me hallo.
Hoy vuelve uno de esos ataques. Los desencadena algo sin aparente importancia pero que me hace volver sobre mí y pensar en lo que soy. Cada vez que llega uno me pregunto si será el definitivo.
Sobre la justicia de las cosas mejor no pienso, sobre su racionalidad menos, de todas formas no puedo hacer nada para luchar contra cosas que me superan.
Seguro que habré cometido errores, incluso demasiados, pero no creo que más que la mayoría y no sé por qué yo tengo que pagarlos doblemente.
No me quedan ganas de nada. Quizás algún día haga una locura, quizás la locura es vivir, no me están dejando otra salida, me empujan cada día hacia un abismo al que no caeré solo.
Me da asco todo el mundo. Me siento el ser más solo del universo. A nadie le importo. Para qué seguir insistiendo. Sólo la cobardía me salva, y el orgullo de no otorgarles una victoria tan fácil.
Sí, a veces, como en esta noche imposible en la que la impotencia desborda mi cuerpo, yo también me digo aquello de “Ojalá no hubiera nacido”.

sábado, abril 26, 2003

La conocí en la sala de espera de la consulta del psicólogo que intenta hacerme recordar con poco éxito. Entre revistas del corazón y fugaces vistazos al diario de Patricia me contó su historia. Como yo, tampoco recordaba nada, pero la suya era más trágica que mi vulgar anécdota.
La sacaron inconsciente del agua. Estuvo a las puertas de la muerte, regresó de ella pero se dejó allí la memoria. La vieron arrojarse al río, pero las aguas bajaban tan rápidas que fue difícil rescatarla. Algo la empujó a hacer aquello intentando eliminar su dolor, acabó con éste pero no con su vida, pero ahora no puede dormir pensando qué le habría hecho tomar tal decisión y trata por todos los medios de recordar lo sucedido aunque sabe que aquello puede ocasionarle una reacción semejante.
Al principio no entendí bien su actitud, ahora que había eliminado la causa de su deseo de morir, por qué pretender volver atrás con el riesgo que ello suponía. Supongo que hay algo en lo desconocido que nos atrae eludiendo lo razonable a pesar del temor que nos ocasiona y de ser conscientes de su peligro.
Después de pensarlo un rato tuve que darle la razón, creo que yo haría lo mismo, porque a veces peor que la muerte es vivir con una duda constante que nos atormenta y oprime sin descanso.

jueves, abril 24, 2003

Entré en esa página web en la que poniendo tu fecha de nacimiento te dicen cuándo vas a morir. Puse la mía y obtuve una fecha angustiosamente cercana. En un primer momento lo tomé como un juego macabro o una broma de mal gusto y no le di mucha importancia, pero después tuve una idea para vengarme del estúpido jueguecito. Cogí una enciclopedia reciente y me dispuse a escribir al azar la fecha de nacimiento real de algunos personajes famosos ya fallecidos. Como supuse, no hubo ningún acierto durante un rato, hasta que después de casi una decena de intentos un escalofrío me paralizó, no sé por qué extraña coincidencia el programa acertó el día, mes y año de la muerte del noveno personaje que probé. Qué probabilidad de acierto existía, ¿una entre varios miles?, ese acierto me turbó y me dio más confianza que los ocho errores anteriores. Por qué siempre creemos que va a ocurrirnos lo peor aun a pesar de que la probabilidad de que suceda sea bastante baja. Ahora me levanto cada mañana pensando que me quedan menos de dos meses de vida.

miércoles, abril 23, 2003

Ayer se me cayó el almanaque al suelo y lo volví a colocar en su sitio despreocupadamente, sin fijarme por dónde lo abría. Cuando hoy fui a trabajar me aseguraron que no me conocían. Regresé a casa confundido y comprobé que el almanaque había quedado abierto por una fecha en la que aún no había comenzado a trabajar allí. Ahora estoy sentado delante de él dudando si abrirlo por una fecha futura.
El doctor no escuchaba mis peticiones mientras se empeñaba en que tomara las pastillas para la memoria. Yo le repetía que no quería tomarlas, que no deseaba recordar nada. Me miró seriamente, sintiendo cuestionada su autoridad y me dijo “¿Y a quién le importa lo que usted quiera?” Tuve que darle la razón y seguir tomando dos comprimidos después de las comidas. Siempre que me acuerdo, claro.
Es despreciable esta forma de sentir, este vulgar alegrarme por pequeñas tonterías que ni siquiera me afectan directamente, pero debe ser que no me queda otra, ahora que su cuerpo está lejos (su mente lo estuvo mucho antes), ahora que no hay consuelo ni en el recuerdo, me aferro a esas cosas banales de la vida. Habiendo perdido en todo al menos puedo ganar en lo indiferente, en lo que no tiene sentido, en lo intrascendente, y conformarme con esta idea absurda de que aunque sea por una vez en la vida he vencido. Aunque de nada valga esta batalla cuando todas las guerras están perdidas.

lunes, abril 21, 2003

Tenía la tentación de escribir otro post depresivo y patético como tanto nos gusta a los blogueros, pero me he dicho, qué leches, yo no soy así, al menos no siempre, así que lo he dejado por ahí en el limbo para cuando realmente me sienta mal, ahora no me siento mal, ni tampoco bien, osea que no me siento y eso debe ser peor.
Y es que todo me da igual, nada me parece importante, todo es indiferente, banal, cotidiano... y por eso me es indistinto hacer una cosa que otra aunque no le vea sentido, pero es que sentido, lo que se dice sentido hay muy pocas cosas a las que se lo vea, o si me pongo a pensar quizás ninguna, pero mejor no me pongo a pensar que luego sale lo que sale, que si qué pena, que qué solito estoy, que mala suerte tengo, que qué mierda de vida, bla, bla, bla, si es que ya me lo dice la gente que me quejo de vicio, con lo mal que están por ahí, que a mí lo que realmente me gusta es quejarme, da igual de lo que sea, lo importante es sentirse un desgraciado y dar un poco de lástima, pero a fuerza de intentarlo tanto ya he dejado de dar nada, ni pena ni asco ni risa ni miedo ni nada de nada, osea que a todo el mundo le doy igual, que es como si no existiera, a lo mejor es que no existo y no me he dado cuen.
Así que hoy no me voy a quejar, hoy todo me parecerá bueno, bonito y barato, porque a fin de cuentas tampoco es para tomárselo todo tan en serio, si no hay más que mirarse al espejo para darse cuenta de que la vida es una gran broma, o es que tú no te has visto?
Ayer me encontré conmigo,
me detuve inquieto un instante, dudando
si sería yo aquel o sólo un extraño parecido,
le pregunté quién era,
que a dónde iba,
me miró confuso, como queriendo decir algo,
pero no pudo,
lo comprendí, me despedí y le dejé marchar,
porque no hay nada que un hombre pueda decirse a sí mismo
que no sepa y quiera escuchar.

domingo, abril 20, 2003

Me cuesta mucho centrarme en cualquier cosa, creer continuadamente en algo y persistir en ello.
Siempre me pasa lo mismo. Tomo alguna actividad con mucho interés, creo en ella por encima de todo y cualquier otra me parece insignificante a su lado, estando dispuesto a sacrificar muchas cosas por eso a lo que tan ciegamente me entrego.
Pero al poco tiempo todo cambia, mi interés desaparece y todo lo que era ilusión y entrega se convierte en indiferencia y hastío.
Sí, soy inconstante e inestable y nada consigue atrapar mi atención durante demasiado tiempo, voy de acá para allá constantemente, de un extremo al opuesto con excesiva facilidad para volver más tarde al punto inicial, lo que hoy me parece fundamental mañana me resulta aburrido, lo que ayer era absurdo hoy da sentido a mi vida.
Todo en mí es provisional, fugaz, incluso las personas pasan por mi vida rápidamente, se suceden unas a otras y aquellas a quienes hoy frecuento mañana serán sólo un recuerdo. Eso hace que esté siempre tan solo, quizás es lo que merezco por ser incapaz de mantener relaciones duraderas.
Bah, ya ni siquiera me parece interesante esto que pretendía explicar hoy, mejor lo dejo y me dedico a otra cosa.

jueves, abril 17, 2003

De vez en cuando me pregunto por qué sigo haciendo cosas que no deseo. Quizás porque hay gente que quiere que lo haga, pero no logro entender a esas personas que se empeñan en obligar a los demás a hacer cosas que no desean. Yo nunca me he planteado decirle a nadie lo que tiene que hacer, si pido algún favor es con mucha vergüenza y porque no tenga más remedio, porque no me interesa inmiscuirme en vidas ajenas. Demasiado tengo con llevar una para adelante como para preocuparme por arreglar las de los demás.
El caso es que sigo haciendo todas esas cosas sin pensar por qué. Soy tan cobarde que prefiero contentar a los demás a costa de un sacrificio propio que hacer lo que realmente me dé la gana. Supongo que la culpa es mía por doblegarme a sus intereses y negarme a cualquier enfrentamiento. Dejo constantemente que invadan mi voluntad y la sustituyan por la suya hasta que me he convertido en un ser sin voluntad, sin personalidad, sin capacidad de decisión propia. He ahogado mis deseos para no oír sus gritos desesperados. Hago siempre lo que me dicen que haga, creo en lo que quieren que crea, digo lo que desean escuchar, compro lo que me quieren vender, como lo que me dicen que coma, pienso lo que se supone debo pensar...
Bueno, un poco como todos, no?

martes, abril 15, 2003

Me la quitaron una tarde de abril caminando por una calle cualquiera. En el momento no me di cuenta de nada, apenas un ligero encontronazo, un choque aparentemente fortuito, unas palabras de disculpa y nada más. Cuando llegué a casa noté que me faltaba. Recorrí mis pasos pensando dónde me la podría haber dejado, hasta que recordé ese pequeño incidente y la sensación de vacío que me dejó que yo atribuí al golpe. Regresé a aquel lugar buscando a quien me la había arrebatado, pero no lo encontré, así durante varios días hasta que comprendí que probablemente no la volvería a ver. Pensé que no podría vivir sin ella o sin alguna similar, por lo que debía conseguir una pronto. Ahora, sin pudor ni reparo, recorro las calles tropezando casualmente con la gente intentando robarles su alma.

domingo, abril 13, 2003

Estas manos culpables que a veces supieron
de la gloria frágil de surcar otros cuerpos
injustamente olvidados,
han conocido la tristeza de lo equivocado
actuando con sospechosa facilidad,
sin dejar huella ni lágrima,
y marcharon impunes al oscuro lugar
donde el olvido lava todas las manchas.
Encontré su cuerpo ya sin vida
y murmuré una estúpida plegaria sin destino
vacía de rencor o lástima
mientras ante mí aún cálida,
serena al fin como la madrugada,
yacía desangrada la esperanza.

sábado, abril 12, 2003

Desperté a media noche y me sentí raro. Me levanté y di una vuelta por casa. Todo parecía cambiado. Mi familia no estaba, la casa era distinta, me asomé a la ventana y afuera la ciudad tampoco era como yo la recordaba. Me miré al espejo y no reconocía mi cara. Tras una visita al baño regresé a la cama. Esta mañana al levantarme todo volvía a ser como siempre. Ahora tengo la sensación de haber despertado en la vida equivocada.


Equivocada la creencia de que todo habría de resolverse. Equivocados los deseos ahogados en la nada. Equivocada la esperanza de un futuro habitable. Equivocada la ilusión. Equivocadas las ganas. Equivocado todo lo que hice. Equivocadas, por supuesto, las palabras. Equivocadas mis sensaciones. Equivocadas mis ideas desfasadas. Equivocado incluso este sentimiento de haberme equivocado. Ahora sólo me dedico a corregir tantas cosas en mí equivocadas, aunque duela renunciar a todo lo que fuimos.

viernes, abril 11, 2003

Cuando uno se encuentra en esta situación piensa que algo, si no todo, ha hecho mal, y se dedica a buscar en el pasado aquellos errores que lo han llevado a este callejón sin salida. Y aunque puedo reconocer con relativa facilidad cuáles fueron las decisiones que me condujeron hasta aquí no las contemplo como errores, pienso que fueron acertadas y las volvería a tomar del mismo modo sin dudarlo.
Porque a veces lo correcto no es lo que más nos conviene, uno no tiene más remedio que tomar una decisión aunque piense que tendrá consecuencias negativas para él mismo, pero hay que elegir entre las convicciones y el interés personal, y en ese momento me maldigo por no ser capaz de tragarme todas mis ideas y creencias, mis preferencias y deseos.
Siempre fue más fácil ser alguien sin escrúpulos dispuesto a engañarse a sí mismo sin asomo de mala conciencia. Maldita conciencia cuyos beneficios no logro averiguar.
De todas formas aunque quisiera ya no podría volver atrás, decidir de otra manera, elegir el camino adecuado que no el correcto. Temo el momento en que me encuentre tan desesperado como para arrepentirme de todo.

jueves, abril 10, 2003

He estado repasando un poco lo que he escrito hasta ahora y no me ha gustado demasiado. Yo lo recordaba mejor de lo que me he encontrado. Me pasa lo mismo con la mayoría de las cosas, yo las recuerdo de una manera y al verlas de nuevo resultan ser bastante diferentes (por lo general peores) de lo que yo creía. Al parecer todos mis recuerdos están equivocados, porque todo recuerdo es una manipulación del pasado hasta convertirlo en algo totalmente distinto a lo que fue.
Ni siquiera creo que todo esto refleje de manera aproximada cómo soy, pero eso es algo a lo que sé nunca se llega, porque todas estas palabras que utilizamos para intentar explicarnos a nosotros mismos son insuficientes para describir esa esquiva realidad que se resiste a ser reducida a unas líneas. Pero uno no se resigna y sigue intentando lo imposible, porque sabe que sólo por ese camino podrá aproximarse mínimamente a lo que busca, aunque nunca lo alcance.
No estoy nada orgulloso de este blog como no lo estoy de mí mismo, ni siquiera sé cómo tengo la osadía de mostrar una parte de mí en público cuando tanto me avergüenzo de ella, porque tengo todos los defectos y muy escasas virtudes, soy inconstante, fugaz y breve, caprichoso, inestable y vago a veces, y si algo creo inoportuno no dudo en dejar todo para mañana, porque en el fondo, después de tanta espera,
uno sabe que mañana nunca llega.

martes, abril 08, 2003

Siempre hay quien no cree en ti,
quien a la hora de emprender cualquier nueva actividad
te dice que pierdes el tiempo,
que nunca llegarás a nada,
que todo esfuerzo es inútil y la esperanza vana,
que no fuiste llamado a tan altas metas,
que la suerte nunca pasó por tu barrio,
que el triunfo es sólo una cosa de la tele,
que tu estrella se apagó hace tiempo,
que las cosas no dependen de ti y quizás sea mejor así.
Siempre hay una voz agorera que te pronostica el fracaso,
alguien que te recomienda que cejes en tu empeño,
que incluso juzga ridículo tu deseo,
quien duda de ti y desconfía de tu capacidad.
El problema es que ese alguien sueles ser tú mismo.

A veces me gusta perderme, desconectar de todo, dejar de ir a los lugares de siempre, abandonar mis costumbres, separarme de las personas que frecuento, dejar de escribir este diario...
Y no lo hago porque todas esas cosas me desagraden, pagan justos por pecadores, lo reconozco, pero es que intento dar un cambio a mi vida, huir de esta anodina existencia y buscar otras formas de ser y de actuar.
Y es que necesito un cambio urgente, pero instalado en la comodidad en que me hallo me resulta demasiado tentador seguir así sin hacer nada y para salir de esta inercia se impone un cambio radical, abandonar todo lo que me suene a esta vida para ir en busca de otra. Apartarme de todo para reflexionar sobre lo que quiero y lo que puedo.
No hay problema por las cosas que dejo que son importantes, si de verdad lo son ya volveré a ellas después, pero es necesario purificar mis costumbres durante un tiempo para retomar sólo las que merezcan la pena. A veces quedan injustamente en el camino personas a las que no vuelvo, pero aunque suene duro es necesario también dejar atrás a las personas para poder seguir evolucionando.
Así que si alguna vez me pierdo durante un tiempo y no sabes nada de mí debe ser que he salido en busca de una vida mejor y me gustaría que desearas que la encuentre.

lunes, abril 07, 2003

Hoy una de esas tantas cotidianas cosas insignificantes me salió bastante bien y eso me bastó para alegrarme el día y alejar por un tiempo de mi mente todas las preocupaciones.
Me sorprende la manera en que una pequeña alegría en algo que pudiera parecer realmente ridículo para cualquier otro consigue elevar mi moral e incluso mi autoestima de forma desproporcionada. El día amanece (es un decir) soleado y me lleno de optimismo, recibo una llamada de alguien que llevaba tiempo sin saber nada y me siento radiante, algún desconocido elogia mis palabras y me inunda la satisfacción, mis sensaciones en la carrera diaria son positivas y mis ánimos se disparan.
El problema es que a veces esas sensaciones se evaporan demasiado rápidamente, se van con la misma facilidad con la que llegaron al presentarse la más mínima contrariedad, por eso me esfuerzo, con mayor o menor éxito, en prolongarlas lo máximo posible.
Algunos dirían que soy inestable, que no debería cambiar de estado de ánimo tan fácilmente por auténticas tonterías, que hay cosas mucho más importantes, pero yo sé que para mí no habrá alegrías mayores que el sol de esta mañana, unas sencillas palabras de elogio o la euforia que las endorfinas producen, por eso me refugio en ellas como la única parte de gloria que obtendré jamás.
Y no es que sea negativo, como tanto me dicen, que todo es posible, sino que acepto las cosas tal y como vienen y no espero nada extraordinario de la vida, supongo que es la herencia que nos dejó Séneca a los de aquí, esta actitud estoica, pero sin dramatismo ni rechazo, sino celebrando lo poco o mucho que la vida nos depare, porque ya nos enseñaron de pequeños que es de bien nacidos ser agradecidos, y uno que tan poco mérito tiene no puede más que agradecer constantemente a la vida lo poco o mucho que ésta le dé, aunque sea algo insignificante a ojos ajenos,
aunque sea algo tan sencillo como un día soleado o las endorfinas haciendo de las suyas en tu cerebro y llenándote de euforia por el simple e increíble hecho de estar vivo.

sábado, abril 05, 2003

Debería escribir algo, sí, son ya muchos días de silencio, debería sentarme delante del ordenador o de un folio en blanco y escribir, pero no tengo nada que decir, aunque eso nunca fue un problema, si sólo dijéramos lo que tenemos que decir qué pocas cosas diríamos, pero puede que entonces nos fuera mejor, para qué tantas palabras, demasiadas palabras que no dicen nada, demasiadas, y lo único que queremos decir no sabemos cómo hacerlo.
Uf, esto empieza a parecerse demasiado a un trabalenguas, a un galimatías sin sentido, como mi propia vida, pero no, porque mi vida no existe, es sólo algo que imagino por las noches en la cama cuando no puedo dormir, mi vida es sólo ese sueño que no consigo tener.
Debería escribir algo, sé que me ayuda a sentirme bien, mejor dicho a sentirme menos mal, que uno saca unas palabras de lo más profundo y cree que así ha conseguido expulsar el dolor, pero no, apenas son unos instantes de calma, después todo vuelve a ser igual, tan absurdo, tan triste, tan real...
Pero ahora no me apetece, ahora sólo me apetece hacer un agujero en el suelo y meterme en él, desaparecer, huir, huir de todo, de todos, de mí.
De todas formas no importa, hay tantas cosas que debería hacer y no hago...
No se me ocurre nada, lo intentaré mañana, mejor mañana, siempre mañana.