sábado, noviembre 23, 2002

Caer, caer e intentar remontar cada día lo perdido.
Esa es la historia, no hay más.
Tratar de recordar unas cosas y de olvidar otras.
Pero qué fácilmente paso de la euforia a la decepción. Es más difícil al contrario.
El más mínimo inconveniente me frustra demasiado y me puede hacer caer en el desencanto más irremediable, sin embargo, es bastante más largo el camino contrario. Debe ser la ley de la gravedad, que nos hace tender hacia abajo hasta caer mientras cuesta tanto subir y una vez arriba el vértigo nos vuelve inestables.
Es triste que sea así, pero lo acepto con resignación, sin desgarro, como se acepta lo inevitable.
Es inútil lamentarse por lo que no está en nuestras manos. También dicen que al contrario, pero en ese caso nos lamentamos por saber que lo está pero no saber cómo solucionarlo.
Cualquier psicólogo estaría encantado conmigo.
Y es que soy todo un caso.
Espero que no perdido (al menos todavía).

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