martes, diciembre 17, 2002

A veces nos sentimos caer en el desaliento,
se desata la pena indomable y nos sorprende desnudos sin nada que enfrentarle
y tenemos que aceptar derrotados su gobierno cruel,
pues nada está en nuestras manos cuando despierta el dolor que encerramos a la espera de inundarnos cualquier día
y arrasar con todo lo que creímos alcanzar,
y no nos queda más opción que perpetuarnos inanes sin acierto en estas madrugadas infinitas en que buscamos sólo amanecer.

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