miércoles, abril 23, 2003

Es despreciable esta forma de sentir, este vulgar alegrarme por pequeñas tonterías que ni siquiera me afectan directamente, pero debe ser que no me queda otra, ahora que su cuerpo está lejos (su mente lo estuvo mucho antes), ahora que no hay consuelo ni en el recuerdo, me aferro a esas cosas banales de la vida. Habiendo perdido en todo al menos puedo ganar en lo indiferente, en lo que no tiene sentido, en lo intrascendente, y conformarme con esta idea absurda de que aunque sea por una vez en la vida he vencido. Aunque de nada valga esta batalla cuando todas las guerras están perdidas.

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