domingo, abril 27, 2003

Sigue pasando el tiempo y parece que no hay manera de salir de aquí.
Lo llevo con resignación, aunque a veces exploto en ataques de ira o de depresión que me duran unos días para volver después a dejarme arrastrar por la absurda marea de lo cotidiano hasta que un día no sea capaz de retornar a este estado de sumisión y conformismo en que me hallo.
Hoy vuelve uno de esos ataques. Los desencadena algo sin aparente importancia pero que me hace volver sobre mí y pensar en lo que soy. Cada vez que llega uno me pregunto si será el definitivo.
Sobre la justicia de las cosas mejor no pienso, sobre su racionalidad menos, de todas formas no puedo hacer nada para luchar contra cosas que me superan.
Seguro que habré cometido errores, incluso demasiados, pero no creo que más que la mayoría y no sé por qué yo tengo que pagarlos doblemente.
No me quedan ganas de nada. Quizás algún día haga una locura, quizás la locura es vivir, no me están dejando otra salida, me empujan cada día hacia un abismo al que no caeré solo.
Me da asco todo el mundo. Me siento el ser más solo del universo. A nadie le importo. Para qué seguir insistiendo. Sólo la cobardía me salva, y el orgullo de no otorgarles una victoria tan fácil.
Sí, a veces, como en esta noche imposible en la que la impotencia desborda mi cuerpo, yo también me digo aquello de “Ojalá no hubiera nacido”.

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