viernes, mayo 30, 2003

Decidí, o alguien lo hizo por mí, alejarme de aquello quién sabe si para siempre. No fue una decisión repentina sino que me fui separando lentamente, al principio casi sin darme cuenta, pensando que se trataría sólo de algo temporal como tantas veces había hecho antes, pero se fue convirtiendo por virtud de los días y las semanas en un distanciamiento duradero hasta llegar a este punto en el que el retorno se me hace difícil de creer. Quizás podría intentarlo y lograr regresar con mucho esfuerzo, pero me cuestiono ampliamente si merece la pena.
Y es que desde que me fui nadie se ha interesado por mí, a nadie parece importarle lo que habrá sido de mi vida, si todo seguirá tan mal como siempre o aún peor. Ninguna llamada, ningún mail, ni un sencillo SMS, nada.
No es la primera vez que me ocurre, soy de ese tipo de personas por las que nadie pregunta cuando se van, alguien que no deja huella por donde pasa. Al parecer soy demasiado fácil de olvidar. Por eso, cuando a veces me siento más solo de lo habitual y tengo la necesidad de aquellos que un día aliviaron tanta soledad, desisto de volver convencido de que allá donde fuera nadie celebraría mi presencia. Quizás ni siquiera se hayan dado cuenta de mi ausencia.

No hay comentarios: