miércoles, junio 25, 2003

Todo tiene un precio. Afortunadamente no todas las cosas se pagan con dinero. Yo también estoy en venta. Y no me refiero a mi cuerpo, al menos no solamente. Mi precio son unas palabras de ánimo, un abrazo sincero, una confianza sin tregua y dos o tres caricias oportunas. Antes pedía más, pero ahora estoy en rebajas. Mis prestaciones son sencillas, ofrezco todo el cariño que poseo, una atención constante, un poco de esperanza, una compañía sin condiciones y algunas palabras verdaderas. Tengo tres años de garantía y si no queda satisfecho le devolvemos sus sentimientos. Dense prisa porque estoy a punto de agotarme.

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