martes, junio 24, 2003

A veces busco excusas para ser feliz. Me acojo a cosas banales, a menudencias de la vida cotidiana. Y por un rato creo que aquello es lo más importante del mundo y ningún problema puede disminuir ese momento de plenitud. Después me doy cuenta del poco valor que tiene, pero quién puede arrebatarme aquel instante de gloria. Ayer, durante quince minutos, fui feliz.

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