En la vida hay que elegir entre dos vías: el camino corto es más
seguro y llega pronto a su final, el camino largo lleva mucho tiempo
y es imprevisible. El camino corto está más transitado, por lo que
es fácil recorrerlo en abundante compañía que lo hace suave y
ameno, mientras que el camino largo se recorre en solitario y se
convierte en un tedioso y duro trayecto. El camino corto te permite
ver la meta y no requiere mucho esfuerzo, asegurándote gozar pronto de
los placeres del triunfo. El camino largo te hace dudar a cada paso,
incapaz de divisar el final, hasta desconfiar de que exista. A veces
encuentras a alguien que te acompaña durante un tramo o simplemente
te saluda y os reconocéis como corredores de fondo que saben del
sacrificio ajeno, pero enseguida os alejáis de nuevo. Casi todos los
que emprenden el camino corto alcanzan la meta, mientras que son muy
pocos lo que llegan a culminar el camino largo. No sé por qué
siempre me empeño en hacer lo más difícil sin que nadie me lo
pida, en plantearme retos complicados que quizás no estén a mi
alcance y en los que me juego la vida, pero si alguna vez llego al
final, no me importará la recompensa, pues me bastará con la
satisfacción de haberlo conseguido.
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