miércoles, junio 27, 2018

Cuando tus esfuerzos no obtienen recompensa es inevitable ceder al desánimo y la pereza. Cansado de que nadie reconozca tus méritos, abandonas todo intento por alcanzar nuevas metas y te acoges sumiso a la suave sucesión placentera de los días comunes. Reconoces que no fueron hechos para ti los triunfos y que debes conformarte con lo poco o mucho que tienes, esforzándote cada día para no perderlo. Fue bonito mientras duró, piensas, pero comprendes que ya ha durado demasiado, y entonces decides matar para siempre la esperanza.

1 comentario:

Ikana dijo...

Puedes intentarlo, pero la esperanza nunca muere :D