miércoles, noviembre 21, 2018

Hace días que no miro los espejos. No quiero hurgar mis heridas ni despertar el dolor que me produjeron. Ya no recuerdo cómo nacieron ni me importan sus motivos. He olvidado al culpable y perdonado al cuchillo y no busco razones extrañas para sentirme mal. No quiero saber quién fui ahora que ya no lo soy. Me avergüenzo de mis lágrimas y reniego de mis promesas que aún me atan. Atrás quedó lo que tal vez no merecí, las horas felices en los días tristes, la luz del relámpago y el ruido del trueno, lo bueno y lo peor, la adrenalina y el mar de altura, la euforia y el vértigo... De todo no queda más que el silencio, no hay motivos para la pena o el arrepentimiento, no me echo de menos ni me guardo rencor por los errores que cometí. Tal vez solo fue producto de mi imaginación, una ilusión fugaz que engañó a mis sentidos pero no a mis recuerdos. Por eso, no me preguntes por lo que pasó ayer. Hace tanto tiempo...

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