viernes, junio 21, 2019

Adaptarte no significa renunciar a tu forma particular de ser, actuar o pensar, sino tratar de hacerla compatible con la de los demás, haciéndoles entender que deben aceptar tus diferencias. Se trata de lograr una convivencia adecuada, un encaje correcto defendiendo en todo momento y sin pudor tu manera personal de ver y hacer las cosas. Y sin embargo, con frecuencia nos piden que renunciemos a todo eso para insertarnos en la corriente principal de pensamiento, que adoptemos los modos comunes de comportamiento y anulemos nuestra condición, reprimiendo los instintos. Es difícil ser yo rodeado de quienes me obligan a hacer cosas que no quiero, afirmar mi esencia sin hacerme trampas a mí mismo, pues siempre acabo ocultando aquella parte que pienso que los demás no aceptarán o verán con desagrado o desprecio y al final finjo ser lo que ellos esperan, tratando más o menos de actuar como la mayoría. Y no es eso lo que quiero, pero no puedes culparme de buscar la aceptación cuando tantas veces me he lamentado de la soledad y el rechazo. Y así continúo, tratando cada día de hallar el difícil equlibrio entre adaptarse y ser tú mismo.

1 comentario:

Susana dijo...

Es todo un reto. Un beso