sábado, mayo 23, 2020

La nueva normalidad es de todo menos normal. Un mundo hostil donde se puede odiar pero no dar abrazos. Donde hay horarios para pasear pero no para beber en grupo. Donde puedes ver a extraños pero no a amigos en según qué casos. Donde piden libertad con ira los que siempre la han negado y en realidad la rechazan. Donde el ruido tapa las palabras. Donde exiges una cosa y haces dos veces la contraria. La nueva normalidad es agria, distante, recelosa. Un lugar extraño en el que no me encuentro cómodo, como si acabara de aterrizar de otro planeta y que me hace añorar el confinamiento. Donde todo lo que dijimos está ya olvidado. Donde solo aplaudimos a los que piensan como nosotros y solo nos importa lo único que siempre nos ha importado. Donde lo llaman justicia cuando quieren decir venganza. Donde las mascarillas no bastan para ocultar nuestras vergüenzas. Hemos convertido en normal la discusión, la desconfianza y el engaño y utilizado el distanciamiento social de forma selectiva. Hemos enterrado el hacha de paz y fumado la pipa de la guerra. Hemos perdido mucho más de lo que hemos ganado en esta batalla. La verdad, es que si para esto hemos hecho tan largo y duro viaje, mejor me quedo en casa.