martes, mayo 04, 2021

El secreto es conseguir que nada ni nadie se convierta en imprescindible. No permitir que lo que comenzó siendo una agradable costumbre se torne necesidad. Que la rutina no se vuelva adicción ni el afecto devoción. Que tu vida sea una película en la que los hechos se suceden rápidamente y no una fotografía que contemplas paralizado, incapaz de avanzar. Aprender a pasar página por bella que esta sea. Hoy día no es difícil que, huérfanos de abrazos y gestos sinceros que acaricien el alma, caigamos sumisos en la dependencia y el apego ante cualquier mano abierta, lo que provoca que cuando nos falte ese oscuro objeto de deseo nos sintamos perdidos y traicionados. Doy fe de ello. Por eso, cuando detecto que algo o alguien empieza a ocupar un lugar preferente en mis pensamientos y corro el riesgo de perder el control sobre mis sentimientos, me alejo despavorido, rehúyo toda compañía y abandono los hábitos que me condujeron a semejante callejón sin salida. No se trata de miedo al compromiso, inmadurez o egoísmo, sino de evitar que algo o alguien se anteponga en tu mente a tus propios deseos y te haga arriesgar tu frágil equilibrio emocional por un espejismo inestable que te hará caer a los infiernos. Porque no hay nada ni nadie imprescindible salvo tú mismo y no necesitas más, aunque a veces te cueste creerlo.