domingo, diciembre 17, 2023

Tal vez por una cuestión zodiacal, siempre creí en el equilibrio. Nada me interesa si no se basa en la reciprocidad y el interés mutuo. Soy consciente de que es muy difícil alcanzar una correspondencia exacta de fuerzas, que el equilibrio es imposible, pero no me canso de esperar una respuesta proporcionada a mi esfuerzo. Ya sabes, se trata de aquello de dar y recibir, tener y compartir... Sin embargo, no siempre soy fiel a mis principios e insisto demasiado, llamo a puertas más veces de las necesarias, a pesar de que siento que no recibo ni la mitad de lo que ofrezco. Porque no puedo pretender que todo el mundo comparta mis creencias. De hecho, no suele ser lo habitual. Hay personas a las que no les importa acumular deudas pendientes, no devolver la atención recibida o tener el tejado lleno de pelotas y no sienten que estén haciendo nada malo por no responder a lo que se espera de ellos. Personas intermitentes, alérgicas al compromiso, maestros del desapego que lo mismo te dan que te lo quitan, con la crueldad que se arrebata un juguete a un niño pequeño, y a las que aún te empeñas en pedir lo que no pueden ofrecer, pues no lo poseen. Y te tienes que morder las ganas para no estropearlo más. No pides, pero esperas, no exiges pero confías, no les recriminas su inconsistencia y volatilidad porque en el fondo sabes que no es culpa suya, sino, una vez más, de tus ridículas e infundadas expectativas, que te llevan siempre por el camino de la decepción y la derrota.


 

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