sábado, septiembre 21, 2002

Hoy tocó hacer examen exhaustivo de todo lo que encontrara en casa.
Revolver trastos viejos y papeles durante horas para no hallar nada.
Finalmente hubo recompensa.
Cuando estaba a punto de darme por vencido encontré una pequeña agenda de teléfonos. Parecía algo antigua. Igual esos números o esas personas ya no existían, o al menos no como yo los habría conocido.
Pero era la tabla de salvación para el náufrago que soy.
Lo malo es que no me he atrevido a usarla. Me he pasado todo el día sentado en casa con la agenda encima de la mesa pensando si utilizarla o no. Y qué decir en caso de hacerlo.
No sé si quiero subirme a esa tabla o prefiero seguir nadando libremente mientras aún me queden fuerzas antes de ahogarme.
Empiezo a cogerle el gusto a esto de no tener pasado. Y por lo tanto tampoco presente ni futuro, porque quien no tiene una cosa tampoco tiene la otra.
No está tan mal esto de no ser nadie. Quién sabe qué peligros encierra el pasado.

No hay comentarios: