domingo, diciembre 22, 2002

Sí, puede que sea hora de abandonar la tristeza, encerrar la pena en el desván y no subir a visitarla.
Puede que deba comenzar a caminar hacia el futuro y amar cada uno de los pasos que dé.
Tenderme al sol desnudo en la gloria de la hierba húmeda y sentir cada instante como si fuera el primero y el último, como si nada existiera más allá de nosotros, de aquí y ahora en que somos eternos, de este momento dichoso en el que estas palabras que tiendo hacia ti como puentes nos unen a través de la distancia y el tiempo y provocan este encuentro imposible que tanto ansío.
Salir juntos descalzos al mundo como si no importara nada hasta que de verdad no importe.
Y mojarnos la vida con todas las lluvias

No hay comentarios: