La música es la mejor terapia contra el olvido.
Estuve escuchando algunos discos antiguos,
aquellos con los que crecí, con los que me enamoré,
con los que lloré a solas en mi habitación,
y me trajeron a la memoria sensaciones contradictorias,
me transportaron a un tiempo que había olvidado,
un tiempo en el que los sentimientos eran siempre desmesurados,
tantos los buenos como los malos,
y escuchar aquellas viejas canciones removió todo mi interior violentamente, conduciéndome desde las mejores a las peores sensaciones.
El ejercicio de recordar me dejó exhausto
y me vi impotente por no ser capaz de tener hoy día esas mismas sensaciones olvidadas.
Me sentí como un ser disminuido, alguien que ha perdido su capacidad de soñar, de sentir y de conmoverse, incapaz de experimentar emociones verdaderas y de penetrar la superficie de las cosas,
y eso me puso triste,
pero sin excesos.
Decidí tirar todos los discos
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