domingo, marzo 23, 2003

Se conocieron en un chat.
Pasaban mucho tiempo hablando,
robando horas al sueño,
pensando todo el día en el momento de conectarse.
Sentían algo parecido al amor,
pero ninguno se atrevía a llamarlo así.
Alguien, casi sin querer, propuso verse,
el otro aceptó sin apenas darse cuenta.
Después llegaron las dudas y temores,
ambos habían mentido en algunas cosas,
temían defraudarse y que ya nada fuera igual.
Ninguno de los dos acudió a la cita.
Sintiéndose doblemente culpables,
preocupados por la reacción del otro,
no se atrevieron a volver a hablar.
Nunca más lo hicieron.
Cada mañana, náufragos solitarios entre la multitud,
de camino al trabajo, sin ni siquiera mirarse,
se cruzan como dos desconocidos.

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