viernes, julio 11, 2003

A veces voy a la estación y veo pasar los trenes. Sueño que subo en ellos y viajo por lugares llenos de luz y belleza. Siento la tentación de subir, de alejarme de esta vida indigna a la que nada me ata, de huir para siempre sin dar explicaciones, y durante horas vivo en mi imaginación esa vida nueva que los trenes prometen. Cuando vuelvo a casa tengo una sensación contradictoria de haber estado con la mente en países lejanos mezclada con una rabia enorme por seguir atrapado aquí. Sigo acudiendo allí con frecuencia, a observar cada día nuevos trenes que ni siquiera sé a dónde van pero que auguran una vida mejor, con la esperanza de algún día ser capaz de agarrar uno de ellos y dejar de conformarme con escapar de aquí sólo con la imaginación. No sé si algún día me atreveré a subir al tren.


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