viernes, julio 11, 2003

Salgo a la calle en busca de alguien. No sé a quién busco, pero siento que alguien allá afuera me llama. Recorro los lugares más concurridos buscando desesperadamente a esa persona que pueda ofrecerme un poco de calor y me pierdo por los rincones más insólitos, por sitios que nunca imaginé que pudieran existir y a los que no volveré, y voy dejando atrás mis esperanzas de hallar a nadie, un rastro de decepción se desprende a mi paso. He visto mucha gente, pero todos eran iguales, los mismos rostros vulgares, las mismas sonrisas postizas, la misma ingenuidad desafiante, pero no he visto a quien yo buscaba, ni un solo gesto amigo, ni una mirada comprensiva, ni una palabra de aliento. Quizás he buscado en el sitio equivocado, quizás esa persona no exista, pero al final de la noche, cuando regreso a casa cansado y derrotado invocando un hogar que no existe, tengo la certeza de que he encontrado a esa persona que buscaba, ese alguien que ya estaba aquí cuando salí, el único que puede comprender algo de lo que siento, yo mismo.

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