jueves, abril 22, 2004

Hacer planes para nada, la mayoría se quedan en proyectos frustrados, en idílicas ideas abortadas que siempre parecen mejores que lo real, y sin embargo no podemos seguir adelante sin ellos, lanzarnos ciegos al vacío de los días para improvisar respuestas a preguntas desconocidas, porque sabemos que no seremos capaces de tomar decisiones apresuradas y nos sentimos indefensos sin el apoyo reconfortante de nuestros planes, siempre perfectos, siempre errados, en los que nada parece poder fallar, pero algo ocurre en algún momento que impide nuestros deseos, a veces otros se nos imponen desde fuera frustrando el futuro que creíamos perfectamente diseñado, otras ni siquiera nos damos cuenta, pasan los días y compruebas que todo aquello que ibas a hacer aguarda aún su turno, relegado a una oportunidad mejor que parece no llegar nunca, y el tiempo se acelera y comienzas a pensar que nada de lo que planeaste se cumplirá. Así que me debato en la indecisión de planear el futuro o no, de arriesgarme a caminar desprovisto de soluciones o de sentir el desencanto de ver cómo todo lo que imaginamos desaparece una vez más sumergido en las insondables aguas del mar del olvido...

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