miércoles, enero 10, 2018

Todo es un problema de estrategia. Cualquier batalla, por fuerte y numeroso que sea tu enemigo, se puede ganar si se utiliza la táctica adecuada. El problema es que no solemos ser buenos estrategas. Impulsados por la necesidad urgente, nos precipitamos en nuestras acciones, erramos los cálculos y somos víctimas de nuestra propia impaciencia. Por eso me he propuesto no tener prisa, meditar bien cada uno de mis movimientos y no dejarme llevar por el corazón en ninguna de mis decisiones. Ya te adelanto que volveré a fracasar una vez más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ojalá también pudiera establecer una estrategia para todo lo que siento, la pienso, la planifico, y cuando voy a llevarla a cabo, me quedo con el alma al aire, y aunque es muy doloroso, a la vez muy liberador, más verdad, y, ¿acaso no pretendes ser verdad?