martes, mayo 01, 2018

Los niños tienen el deseo de poseer algo y cuando ya lo tienen deja de interesarle y no le prestan atención. Cada nuevo juguete, cada colección de cromos, cada videoconsola... sienten que lo necesitan de un modo imperioso y hasta que lo consiguen no están satisfechos. Después, una vez que lo tienen, lo dejan abandonado en un rincón y ni siquiera recuerdan donde lo habían guardado. Pero no podemos reprocharles nada, porque también nosotros, cuando conseguimos a las personas deseadas, las dejamos abandonadas, no les prestamos suficiente atención y perdemos todo el interés por ellos como juguetes viejos que ya no nos despiertan ningún interés.

1 comentario:

lourdeschavesdelgado61@gmael.com dijo...

Cuando yo era pequeña, jamás abandoné en un rincón mi pelota, ni mis mariquitinas (recortables), ni mi cuerda de saltar a la comba, ni mi piedra favorita con la que pasaba horas jugando al tocadé.
Con ello quiero decirte que si el transcurrir del tiempo te provoca desidia ante las personas que en su momento te produjeron deseo, es que no has sabido transformar ese primer deseo, en amor.
Aún guardo en una caja de zapatos, mis mariquitinas y tengo cincuenta y seis años.
Un saludo