sábado, diciembre 23, 2023

Muchas veces el problema es que nos resistimos a ser lo que somos y nos empeñamos en ser lo que no somos. Amparados en creencias erróneas, consideramos siempre mejor aquello que nos falta, vamos en su búsqueda de manera desatinada y despreciamos en cambio lo que nos rezuma y otros envidian. A casi nadie le parecen suficiente sus dones, despreciamos nuestras posesiones, infravaloramos nuestras posibilidades, exacerbamos las virtudes ajenas y minimizamos las propias, procurando incluso ocultarlas, pues nos parecen ridículas. Nos sentimos infelices por no poseer algo que no nos corresponde. Como un mono que sueña con poder volar, un pájaro a quien le gustaría nadar, una sirena que ansía caminar... También el deseo puede estar equivocado. Porque tal vez no sea eso que estás buscando con todas tus ganas lo que debes esforzarte en lograr, sino aprovechar a fondo tus cualidades y mostrar al mundo con orgullo aquello que mejor sabes hacer y a lo que ni siquiera das importancia, aunque no sea lo que un día soñaste. En el momento en el que aceptas lo que eres y lo valoras, todo cambia. Desaparecen la ansiedad por lograr lo imposible, dejas de frustrarte por no alcanzar metas irrelevantes y cumplir propósitos ajenos, y descubres al fin la grandeza de ser tú, comprendiendo que el único esfuerzo que debes hacer es el de ser fiel a tu naturaleza y no traicionarte a ti mismo. Aún sigo esperando que llegue ese momento.


3 comentarios:

Devoradora de libros dijo...

Tus palabras hacen pensar que vas por el buen camino.

Besos.

Antonio Martín Bardán dijo...

Gracias por tus sabias palabras.
Siempre fui un soñador, pero con el paso de los años me di cuenta de que antes de los logros lejanos, difíciles o imposibles, había otros más cercanos y accesibles, y los reuní en una amable esfera que me gusta llamar "el país de las pequeñas alegrías".

Saludos.

Recomenzar dijo...

Me duermo mientras te leo