miércoles, diciembre 06, 2023

Yo soy aquel que hace una tragedia de una mala mirada, el que celebra una oportunidad como el mayor de los triunfos, el que se desespera ante un gesto contrariado, el que es feliz con el más mínimo elogio, el que llora por las esquinas por una ocasión perdida, aquel al que una sola palabra sana y la siguiente condena. Yo soy el día y la noche cada pocas horas, la comedia hilarante o el drama más profundo, la risa o el llanto, a menudo la tempestad, casi nunca la calma. Yo soy quien te odia y ama a ratos casi iguales, pero siempre con todas mis ganas, el que se hunde en la miseria tras un leve tropiezo y alza el vuelo si acierta, aunque solo sea de casualidad. No conozco la virtud ni el equilibrio, no me hallarás nunca en el centro, no acepto medias verdades ni medias tintas, me lo juego siempre todo al rojo o al negro, detesto la escala de grises, muestro todas mis cartas y no me guardo ningún as en la manga, vivo siempre en los extremos, en el ático o en el sótano, estaré contigo o contra ti, pero nunca seré indiferente a tus actos. Te daré todo lo que tengo o ni siquiera la hora, mi vida será paraíso o infierno, no creo en el purgatorio. Así que ten cuidado con lo que vayas a decir, pues tus palabras pueden suponer mi salvación o mi eterna condena, el dolor más agudo o la gloria absoluta, porque no es verdad que no me importe, aunque pretenda fingirlo torpemente. Nada da igual, todo deja su impronta, por más que te empeñes en repetir que, algún día, también esto pasará.


 

 

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