miércoles, enero 10, 2024

Valoro más lo que consigo despacio. Solo lo que se hace esperar y exige mucha paciencia y esfuerzo merece para mí la pena. No aprecio aquello que se me ofrece gratis, devuelvo todos los regalos y rechazo los halagos inmerecidos. Si no me cuesta sangre, sudor y lágrimas, lo siento, no me interesa. No me atraen las personas fáciles de convencer, los que te ofrecen su confianza de inmediato, prefiero los retos difíciles y desprecio a quien me ofrece su amistad si no me la he ganado. Desdeño lo sencillo y me obsesiono con lo inalcanzable. No es algo de lo que me sienta orgulloso, pues no lo hago de manera consciente y premeditada, pero me doy cuenta de que, en todos los ámbitos, solo me atrae lo complicado: los amores imposibles, las amistades peligrosas, los placeres prohibidos, lo imprudente, lo arriesgado... Prefiero los platos cocinados a fuego lento, los vinos madurados con los años, los trayectos largos y sinuosos que permiten disfrutar del paisaje. Y a pesar de ello, a menudo me domina la impaciencia y, cansado de esperar lo que tanto ansío, aun sabiendo que es inútil, sigo empeñándome en acelerar los pasos para que todo ocurra lo más rápido posible.


1 comentario:

la MaLquEridA dijo...

No hay prisa, todo ha de llegar en su momento, así corras o camines como tortuga.



Saludos