La clave del bienestar es siempre el autoengaño. Fingir que no pasa nada, que lo mejor está aún por llegar, pensar que todo va a salir bien aunque no lo parezca, confiar en las palabras de la gente y creer que algún día cambiarán. Hay pocos indicios que nos hagan pensar así, pero te esfuerzas en creer que el destino te tiene reservada la recompensa que mereces. Cuando todo el mundo te dice que no va a pasar lo que deseas y te estrellas una y otra vez contra la pared, solo nos queda el autoengaño para seguir levantándote cada día de la cama, porque si asumes la realidad no podrías vivir ni un minuto más. Sales a la calle y te pones las gafas de realidad aumentada que te hacen ver un mundo ideal y creer que las cosas se arreglarán por sí solas. Fiel seguidor de lo imprevisible, rechazo mis pensamientos oscuros, empeñándome en llevar la contraria a la lógica y el sentido común, y adivino señales de la victoria en detalles que para otros pasan inadvertidos, confiando en que mañana dos más dos sumen cinco e imagino una aparición inesperada que resuelva todos mis problemas como un dios surgido de una máquina. Yo quiero creer, me miento a mí mismo a diario, lucho con todas mis fuerzas contra el desánimo, aunque no siempre lo consigo. No sé si será la edad, o las malas experiencias previas, pero lo cierto es que cada vez me cuesta más creer en los milagros.
1 comentario:
Esto es confiar en el engaño y esconder la cabeza bajo el ala, es la actitud del avestruz. Esconderemos la cabeza mientras los acontecimientos suceden y sucederán implacables.
Hace tiempo que no me creo nada, soy un escéptico absoluto. Inmediatamente busco la razón de mi incredulidad y me revisto de estoicismo. En medio del panorama de engaños, manipulaciones, errores intencionados y errores por desidia, no queda otro remedio que seguir y lo hago con precaución, echándole un gran sentido del humor, practicando la crítica sistemática y relativizando todo lo que puedo.
Salud.
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