Cuántas veces os habéis preguntado qué sería de vosotros si hubieseis escogido otro camino distinto del que tomasteis. Nos convertimos en una persona determinada en función del camino que tomemos en lugar de la que podíamos ser de haber escogido otro. Y solemos tomar esas decisiones a ciegas, sin tener demasiados motivos para preferir algo, a veces dejándonos llevar por la inercia o por peligrosas intuiciones. Otras veces son otros los que eligen por nosotros, pero ese es otro tema.
A veces nos gusta pensar que todo sería ahora mejor si hubiésemos decidido hacer otra cosa, pero la elección la hicimos en su momento pensando que era la mejor y prefiero seguir pensándolo. De todas formas lamentarnos no nos sirve de nada, o de casi nada. Y quién dice que hay unos caminos mejores que otros. Sólo son diferentes, incluso sabiendo sus consecuencias dudaríamos al escoger.
Quizás no habrías conocido nunca a algunas personas importantes en tu vida o habrías conocido a otras diferentes, quizás mejores, o te habrías librado de algunos problemas, nunca se sabe.
Cada día lo hacemos, escogemos caminos que deciden nuestro futuro incluso sin darnos cuenta. Escogemos ser una persona y mueren en nosotros muchos que podríamos haber sido.
Todos los días tomamos decisiones, aunque parezcan pequeñas, que comprometen lo que haremos y lo que seremos.
Por eso a veces da miedo elegir cuando sabes que te va la vida en ello.
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