No sé por qué tuve que decir aquello.
Puede que a partir de ahora nada sea entre nosotros como hasta ese momento.
Lo había pensado un rato antes y me pareció una estupidez que descarté rápidamente, pero el silencio era ya demasiado largo y me sentí con la obligación de decir algo y no se me ocurrió nada mejor que semejante tontería, como tantas otras que decimos cada día y de las que no tardamos ni un segundo en arrepentirnos avergonzados.
No sé qué pretendía lograr, ni siquiera creo que pretendiera nada, fue esa parte inconsciente de mí la que actuó como tantas veces hace para mi desgracia.
Es esa zona oculta que todos tenemos la que toma muchas decisiones por nosotros, contraviniendo incluso nuestros deseos e intereses, pero igual deberíamos dejarnos llevar por ella, no analizar tanto nuestras reacciones y dejar que se manifestasen, nos sentiríamos más libres y quizás hasta mejor.
Bueno, tampoco he descubierto nada, algo así pero mejor explicado ya lo sabía un tal Freud hace un siglo. Ni siquiera sé por qué he tenido que poner este post que se me ocurrió hace unos días y me pareció estúpido, pero llevaba ya tanto tiempo de silencio que me sentí con la obligación de escribir algo y me dejé llevar, aunque ya me sienta avergonzado por ello.
Da igual, olvídalo todo.
Yo ya lo he hecho.
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