Después de estar todo el día de aquí para allá (más allá que aquí), y de pasarme las horas pensando en qué podría escribir hoy (esclavitudes de los blogs), cuando al fin a última hora había tenido alguna idea salvadora esbozada a toda prisa en un papel, llego aquí y tras leer vuestros comentarios prefiero dejar ese post para otro día y dedicarme a intentar explicar esta sensación que ahora tengo, saltándome todas las promesas que me hice de no convertir este diario en una simple descripción de mi vida y de mi estado de ánimo de manera tan personal que a nadie pudiera interesar.
Un día cualquiera uno decide escribir unas líneas para que las lea algún amigo, incluso algún enemigo, (uno cree tener sus razones) tal vez como una broma o como un pasatiempo y pasa el tiempo y sin saber cómo empieza a aparecer gente que te comprende cuando ni tú mismo lo haces, que te lee sin esperar nada a cambio, que te escucha cuando ya nadie escucha, que incluso se toma la molestia de dejarte unas líneas de apoyo o de ánimo y que se siente igual que tú, y uno se siente como yo en esta noche, acompañado por personas como tú aunque no las hayas visto nunca, y siente que gracias a este inocente y torpe ejercicio de supervivencia uno está menos solo en el mundo.
Bueno, creo que me estoy liando, y yo solamente quería decir GRACIAS.
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