El fracaso ya está aquí de nuevo.
Encontró poca resistencia por mi parte, lo reconozco,
cansado de luchar contra imposibles.
Le abrí la puerta aunque él ya tiene llave propia
y se instaló cómodamente en la que de hecho es su casa.
Me obligó a hacer algunas cosas desagradables, me puso de mal humor y consiguió hacerme enfadar con la gente.
No sé cuánto tiempo más se quedará, a veces pienso que no se irá nunca y tendré que aprender a convivir con él o largarme yo de casa aunque no tenga ningún sitio a donde ir, algo que no valdría para nada porque sin duda él me seguiría a donde yo fuera.
Mientras mi huésped está tranquilamente viendo la televisión sentado en el sofá tomando unas cervezas y una pizza que me obligó a prepararle, me he escapado al ordenador a escribir estas líneas aprovechando que no me ve, porque ni siquiera me deja conectarme, ni salir a la calle, ni hablar con nadie ni apenas respirar. Es un tirano demasiado exigente con mis costumbres y con unas normas muy severas.
Ya que algunos (ellos no lo conocen como yo) dicen que un fracaso no es más que una nueva oportunidad para comenzar de nuevo, he pensado en algo que empezaré mañana, en una pequeña venganza contra el olvido y el fracaso, la única que está a mi alcance.
Si es que él me deja, claro
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