jueves, junio 05, 2003

Me parece que al fin he comprendido por qué huyo de relacionarme demasiado con la gente, y es que tengo miedo a defraudarles, no confío en mis habilidades sociales y es por eso que no me atrevo a comprometerme con nadie y me quedo siempre en los niveles más superficiales de toda relación personal evitando profundizar ni adquirir ningún tipo de responsabilidad. No tengo capacidad para atender a nadie como debería, mi inconstancia, mi carácter inestable, mi pereza y falta de atención son defectos que no puede permitirse quien aspire a obtener algo más que una simple relación fría y formal. Alguien lo llamaría egoísmo pero es precisamente el deseo de no herir a los demás lo que me cohibe de ni siquiera intentarlo. Sé que fallaré a todo aquel que espere algo de mí, y aunque puede que sea algo común yo me siento excesivamente culpable de decepcionar a los demás, víctima quizás de la presión depositada en mí en forma de esperanzas por parte de las personas más cercanas a mí. No me doy cuenta de que al único a quien no debería defraudar es precisamente aquel a quien no le presto atención y cuya opinión suele quedar relegada al olvido.

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